Las diez mejores orquestas del mundo
Las principales revistas musicales europeas han realizado una encuesta entre sus redactores y colaboradores para hacer una votación de la cual debían salir elegidas las diez mejores orquestas del mundo. El resultado ha sido relativamente previsible. De las orquestas seleccionadas, cuatro son alemanas, dos británicas, una austríaca, una holandesa, una rusa y una checa. Curiosamente, ni una sola norteamericana, a pesar de que tanto la Sinfónica de Chicago como la de Cleveland y la de Boston suelen ser citadas siempre entre las mejores. La campeona ha sido la Filarmónica de Viena, seguida de cerca por la Filarmónica de Berlín. Un poco más atrás se encuentran, en distinto orden, la Sinfónica de la Radio Bávara, la Staatkapelle de Dresde —que además es la más antigua del mundo: se remonta a finales del siglo XVII—, la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig, la del Concertgebouw de Amsterdam, la Philarmonia y la London Symphony, la Filarmónica de San Petersburgo y la Filarmónica Checa. En el caso de estos dos últimos conjuntos sinfónicos, es muy posible que a algunos de los votantes les haya movido un impulso sentimental. Con ser dos soberbias orquestas, la de San Petersburgo, que dirige Temirkanov actualmente, no ha recuperado la calidad de la maravillosa Filarmónica de Leningrado, que dirigía Mrawinsky y que para muchos fue la mejor de su época. Con la Filarmónica Checa pasa otro tanto, porque tampoco ha recuperado la maravilla que fue en tiempos de Vaclav Neumann. A raíz de la caída del comunismo, ambas perdieron a muchos de sus músicos, que emigraron a Europa Occidental, algunos de ellos a España.
Una encuesta como esta hay que tomarla como lo que es, un examen de un estado de opinión sin mayores consecuencias. Pero es significativa. Todas las orquestas seleccionadas se lo merecen. El aplastante triunfo de las germánicas responde a la realidad de una tradición que ha sobrevivido a sucesivas catástrofes. La música no se improvisa. Es un arte que necesita de un público fiel y constante y de unos niveles de enseñanza altos y exigentes. Ambas cosas se dan en esos países.
Hubo muchas más orquestas mencionadas, por supuesto, sobre todo británicas, alemanas y también de los países nórdicos, en especial de Noruega —cuya Filarmónica de Oslo convirtió en poco años Mariss Jansons en una de las mejores de Europa— y Finlandia —de cuyos conservatorios han salido media docena de directores de primer orden en los 15 últimos años—. Los melómanos españoles podemos consolarnos con la noticia de que una de nuestras novísimas orquestas, la Sinfónica de Galicia, ha tenido unos cuantos votos. Todavía nos queda mucho que andar, sin duda, pero les aseguro que hace 20 años no hubiéramos tenido ni un triste voto.
Javier Alfaya
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